En un principio Lutero no lucha contra
Roma ni por una iglesia nueva, sino contra los métodos de la escolástica.
Denuncia la existencia de las reliquias y la distribución de indulgencias. Para
él, el Papa no tiene la capacidad de perdonar los pecados en nombre de Dios,
pues no tiene su gracia. También critica la fortuna de la Iglesia, y asegura
que su verdadero tesoro está en el Evangelio y la gracia de Dios, por lo que
como buenos cristianos deberían repartir sus bienes. Los afectados no se
percataron que con la imprenta había nacido un poder que se enfrenta a la
injusticia y atropello de los poderosos para hacerles dar cuenta que practican
la iniquidad como forma de vida. Y con el Concilio de Trento gestaron la
Contrarreforma donde todas las medidas que tomaron iban destinadas a satanizar a Lutero y combatir
al protestantismo. Se olvidaron que la meta es la salvación de las almas
proclamando el evangelio hasta los confines de la tierra asunto que los
cristianos fieles a la gran comisión siguen haciéndolo porque contra la resurrección
y la Palabra morando en y entre los creyentes ninguna fuerza prevalecerá.
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