viernes, 6 de enero de 2017

Ayuno

Ayuno
H
abía un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

 Jesús es el reino y aquel judío era un principal, buen hombre no precisamente por llevar una vida de santidad y consagrada pero no lo vio ni adoro y se gana de una manera elegante una exhortación que no entendió y responde con algo que no venía al caso pues no iba en dirección espiritual. Para entrar a un lugar hay que hacerlo por la puerta y si no la vemos no podemos seguir el camino.
 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.

En el momento que ingresó a pesar que era un niño se dio cuenta con quien se encontró porque cada dìa ayunaba en el templo.

 Hay dos pasajes en el evangelio de Lucas donde se encuentra con  personas que no sabían quién era sin embargo le identificaron.

  •  Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?



Aquel tipo de gente  no se ubican en el tiempo y espacio, por esa razón puede estar varios días sin probar alimento.
  •  Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.

 Y nos confirman que para ver al Señor el ayuno es necesario. Aquellos se comportan como seres irracionales y se dan cuenta involuntariamente, pero tranquilos no pueden entrar al reino porque para hacerlo deben nacer de agua y espíritu. 

Bendiciones en Cristo y que tengan ayunos en victoria