viernes, 8 de julio de 2016

La Palabra

                                 La Palabra

El griego no fue la primera lengua escrita en el mundo  por esa razón los libros Deuterocanónicos nunca conformaron el Antiguo Testamento. Sin embargo los textos en arameo y hebreo fueron punto de partida para la compilacion de la Palabra. Siglos más tarde Martín Lutero publicó la traducción añadiendo los Evangelios y las Epístolas en griego, porque había un permiso implícito desde Pentecostés que fue cuando se esuchó en otros idiomas.

 Si nos dan agua en dos vasos y uno de ellos con veneno, como no se aprecia cuál lo tiene podemos beber de ambos, uno nos edificara pero con el otro moriremos. Lo mismo sucede cuando nos alimentamos con la lectura de las Sagradas Escrituras. La que es verdadera dará buen fruto; la otra confusión que llevará al infierno. Cuando Jesús habla del parche nuevo en vestido viejo hace alusión a nuevos textos insertados en libros antiguos. Y es que se prestan a confusión que originan iniquidad y corrupción.

 Desde los albores de la humanidad se han sucedido una serie de culturas las cuales tuvieron, inicio, apogeo, decadencia y desaparición. A lo largo de quinientos siglos de existencia, los judíos se han mantenido como pueblo, cultura e identidad y la única explicacion creíble es que Dios reconoce aquella fidelidad cuando le honran al leer las Sagradas Escrituras.

 Los católicos viven y mueren convencidos de ser la verdadera Iglesia porque cumplieron algo más de  dos mil años pero el hecho que en su seno permanecen la corrupción e iniquidad les resta credibilidad a su afirmación que no tendría razon de ser si leyeren la Palabra cual es porque ninguna fuerza del mal prevalecerá contra ella. Además percibimos que mantienen un error de interpretación; Pedro no es la roca; lo es el Verbo contra el cuál no prevalecerán las puertas del Averno. Porque quien nos redarguye de pecado justicia y juicio es la Palabra; porque habita en los que de corazón creemos que ha resucitado y lo  confesamos como Señor.